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Febrero 2010

EDITORIAL

¡FUERA YANQUIS DE HAITI!

El catastrófico terremoto provocado por el denominado “Proyecto Harrp” en la pequeña república caribeña de Haití, le ha servido al Imperio del norte para ocupar militarmente este pequeño y empobrecido país. Ya es de conocimiento de la opinión pública mundial que la destrucción de la capital de Haití ha sido realizada con fines político militares por el imperialismo norteamericano. Por eso, no fue nada casual que las medidas de ocupación militar yanqui fueran preparadas con la debida anticipación.

El terremoto made in USA en Haití, sirve para extender las bases militares yanquis que tienen por fin, controlar militarmente la América Latina. En las miras del Imperio, están, en primer lugar Venezuela, Bolivia, Ecuador y el mismo Brasil, país que emerge como una potencia independiente, no dispuesta a someterse a los designios imperialistas yanquis, ni doblegarse ante sus presiones.

Son conocidos los despliegues de la IV Flota y del Comando del Sur yanquis, con miras a una futura agresión a la Republica Bolivariana de Venezuela, cuya riqueza de petróleo y gas se ha propuesto arrebatarle, después de derrocar al gobierno de Hugo Chávez, como lo hizo con Allende en Chile.

El imperialismo norteamericano, convertido en el gendarme internacional, recurre a cualquier medio en su búsqueda desesperada de petróleo, gas, y todo tipo de materias primas. Y con ese fin es capaz de masacrar pueblos enteros, como lo ha demostrado en Haití, país hoy convertido en una nueva base militar yanqui. No cabe duda que,en su marcha hacia el sometimiento del mundo a sus intereses, Yanquilandia seguirá imparable, si los pueblos y países con dignidad, no se unen y enfrentan a este monstruo, armado hasta los dientes, y más hambriento que nunca y decidido a devorarnos a todos.

Un tercio de la población haitiana ha sido castigada por el terremoto, y esta catástrofe ha hundido en una espantosa miseria a los sobrevivientes.El pueblo peruano debe ponerse de pie para exigir la inmediata desocupación de las tropas yanquis de Haití, y una ayuda efectiva a su pueblo.

TERREMOTOS MADE IN USA

Desde hace un buen tiempo, el imperialismo norteamericano posee una avanzada tecnología para provocar terremotos, huracanes, sequías y otras catástrofes “naturales”. Esa tecnología se denomina “HARRP”, siglas en inglés que en nuestro idioma se traduce como “Programa de Investigación de Aurora Activa de Alta Frecuencia”. Se sabe que es un ataque a la ionósfera con ondas de alta frecuencia, lanzadas desde un complejo de antenas ubicado en Alaska, con capacidad para reproducir artificialmente una aurora boreal. Esta tecnología es utilizada por el imperialismo norteamericano para producir bruscos cambios de clima y toda forma de catástrofes. Esta es la razón por la cual el Parlamento europeo denunció que el proyecto Harrp manipulaba el medio ambiente con fines militares y debía ser suprimido.

Haití jamás representó una amenaza o peligro para el Imperio yanqui, ni tiene recursos naturales que puedan interesar a las transnacionales norteamericanas. Sin embargo, tiene una ubicación geográfica excepcionalmente favorable para los objetivos militares que el Imperio tiene frente a una América Latina que viene impulsando sus luchas para conquistar su segunda independencia. Por eso, el Imperio utilizó el HARRP para destruir la capital de Haití, con el fin de justificar su ocupación militar, convirtiéndola a esta pequeña República, en una base militar más de las muchas que tiene en la América Latina y en el mundo.

No es casual que países calificados por el imperialismo norteamericano, como integrantes del “Eje del Mal”, hayan sufrido calamidades climáticas. Este es el caso de Corea del Norte que sufrió una sucesión de sequías. También Irak, Irán y Siria el año de 1999 sufrieron sequías realmente devastadoras. El caso de Afganistán, también es conocido: sufrió cuatro años consecutivos de sequías que destruyeron su agricultura. Y en nuestra América Latina, debe señalarse las sequías en Venezuela y Bolivia, y los huracanes que han azotado a Cuba, como crímenes del imperialismo yanqui.

Con el HARRP y todas las catástrofes y desastres que ha provocado en el mundo, queda al descubierto, una vez más, el rostro siniestro y criminal del imperialismo más perverso que ha existido en la historia universal: el imperialismo yanqui.

LA CLASE OBRERA EN EL MUNDO

Una de las tesis del revisionismo contemporáneo más utilizada para fundamentar su abandono de la ideología del proletariado, es la que sostiene que el proletariado se debilita y surgen en el mundo “nuevos sujetos sociales”. Lo cierto, sin embargo es que, después del desplome de la URSS revisionista y la desaparición del campo socialista, seguidos por la conversión de la República Popular china al capitalismo, se ha duplicado el número de trabajadores en la economía capitalista mundial, pasando de 1,500 millones a 3,000 millones. Este crecimiento masivo de asalariados en el mundo ha sido explotado especialmente por las grandes transnacionales tanto para incrementar sus ganancias en el extranjero, pero también con la explotación inicua de los inmigrantes, en su propio país, es decir en Europa, EE.UU. y Japón.

La traición del revisionismo ha dado lugar a que las transnacionales de los principales países capitalistas se hayan apropiado de gran cantidad de empresas de los países de la Europa oriental y de la misma ex URSS, dando lugar al surgimiento de una enorme masa de trabajadores mal pagados, precarios, subempleados, disponibles para su explotación por los grandes monopolios extranjeros que siempre buscan altas tasas de beneficio, en cualquier parte del mundo.

El gran capital monopolista siempre busca mano de obra barata. Esta es la razón por la cual utilizan todos los medios a su alcance para conseguir la explotación de la mano de obra en la Republica Popular China, porque su inversión es compensada con la fuerza de trabajo mal pagada, puesta a su disposición por el actual gobierno chino. Es sabido que este utiliza incluso la represión contra el movimiento cuando se moviliza para exigir mejoras salariales. A este grado de entreguismo y capitulación ha llegado el revisionismo chino.

La clase obrera ha crecido enormemente y nada podrá impedir que en el futuro cumpla su rol histórico: poner fin a la explotación del hombre por el hombre en una sociedad donde no haya oprimidos ni opresores; una sociedad realmente democrática, sin ninguna forma de discriminación ni exclusión.

HACIA UN GRAN FRENTE DE LIBERACIÓN NACIONAL Y SOCIAL

Los poderosos enemigos de la revolución peruana: el imperialismo y sus aliados internos, especialmente la gran burguesía intermediaria, no podrán ser aislados ni menos derrotados, si junto al proletariado no marchan las masas campesinas, las capas medias de la ciudad y la misma burguesía media también llamada “burguesía nacional”, sin vinculaciones de dependencia con el imperialismo.
La situación ascendente de las luchas populares plantea al Partido la necesidad de formar un amplio frente de todas las clases y fuerzas susceptibles de ser unidas, para aislar y derrotar a los enemigos del cambio revolucionario que necesita el Perú. El reformismo electorero confunde lo que es un frente de liberación nacional y social con un bloque que se organiza con vistas a la realización de un proceso electoral. No debe confundirse el gran Frente de Liberación Nacional y Social que reclama la actual situación del país, con las agrupaciones o bloques de “centro izquierda” cuyo objetivo es llegar al Congreso o Parlamento, marchando por “carril electoral”. Es necesario distinguir lo que es una alianza electoral de lo que es un movimiento unificado de lucha antiimperialista de liberación nacional.
Las enseñanzas que se desprenden de la extinta Izquierda Unida, deben servirnos para nuestro trabajo en la difícil tarea de organizar un nuevo frente de todas las fuerzas antiimperialistas y antioligárquicas. El sectarismo de los partidos integrantes de ese prometedor frente, sumado a una extrema ineptitud de su dirigencia nacional, fueron los factores que precipitaron la temprana descomposición y fracaso de Izquierda Unida. El PCP tuvo la oportunidad de dar la línea y dirigir a Izquierda Unida. La práctica demostró que un partido revisionista oportunista, cuya dirección se encuentra en manos de ineptos, no puede ser factor aglutinante de un gran frente de liberación nacional y social. Izquierda Unida se derrumbó como un castillo de naipes por la insolvencia política e ideológica de los dirigentes del hoy caduco PCP y el liderazgo de una persona que se desempeño bien como alcalde pero no tenía las mínimas cualidades que exige la jefatura de un gran frente de masas que se propone llegar al poder. A esto se agregó el sectarismo de los otros partidos y las ambiciones de sus dirigentes.
La experiencia acumulada hasta el día de hoy, nos enseña que la formación del gran frente democrático antiimperialista que necesita el país, sigue un camino difícil, zigzageante y lento, tiene retrocesos y contradicciones. Los enemigos de nuestra liberación nacional y social hacen todos los esfuerzos a su alcance para impedir y sabotear la formación y desarrollo de grandes bloques democráticos y antiimperialistas. Sin embargo, a nuestro favor está el incremento de las luchas populares, tanto en el campo como en la ciudad. Estamos frente a condiciones objetivas que exigen de nosotros la máxima tensión de fuerzas para ponernos al frente de esas luchas y hacerlas concurrir a la formación de un gran frente democrático antiimperialista, que no debe confundirse con una agrupación política electorera y oportunista, nacida de una “fábrica de firmas”, para participar en los procesos electorales.