«…cuando la relación de poder carece de suficiente justificación moral, uno de los mecanismos más accesibles para tranquilizar la propia conciencia es la devaluación de la víctima». Ignacio Martín-Baró
La Reforma Educativa (que no es reforma ni es educativa) como proyecto político es una reforma que a todas luces no viene sino a reforzar el carácter individualizante, totalizador y alienante de la sociedad de consumo, y que encuentra en los modelos educativos públicos -en complicidad con los gobiernos y empresarios- el lugar idóneo para incubarse en los educandos desde edad temprana. Modelos educativos sin referentes epistemológicos ni psicopedagógicos claros impuestos por todo el mundo, para los que la competitividad individual y la adecuación a las demandas del mercado representan su mayor valor agregado. Esto en una sociedad meritocrática profundamente jerarquizada y confrontada en la que solamente los más aptos, los más vivaces y los más agresivos pueden salir campeones…
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